Cuántas veces no has escuchado que si quieres saber algo, tan sólo hay que buscarlo en internet. Seguro, toda la información está ahí. Incluso cuando se trata de comprender los pormenores de la salud sexual y reproductiva. Pero tanta información también puede resultar confusa. Sobre todo si no te atreves a discutirla con tu pareja y con tu médico. Cuando se trata de cuidar tu sexualidad, las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados pueden resultar aterradores. Pero la ignorancia y el silencio, son tus verdaderos enemigos.
Seamos honestos. Nos aterra el sexo. En 2015, un grupo de investigadores liderados por el Dr. Tedi D. Conley, realizó una serie de encuestas a lo largo y ancho de Estados Unidos para tratar de averiguar cómo es que los ciudadanos perciben el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual en comparación con otras conductas potencialmente más reisgosas. En pocas palabras, los resultados de esta encuesta resultan útiles para medir qué tanto miedo sienten los participantes hacia el sexo y sus consecuencias.
Según las conclusiones de los investigadores, es posible que en Estados Unidos, las personas tiendan a creer que es más fácil morir de VIH que arollado por un autobús. No obstante, esta teoría es completamente errónea. Pero, ¿porqué nos asusta tanto lo que puede ocurrirnos al tener relaciones sexuales?
Una posible respuesta, es el estigma que sigue rondando a la salud sexual. Es comprensible que el sexo y sus derivados no se consideren la opción socialmente más aceptable para iniciar una conversación de sobremesa. Sin embargo, en algunas culturas y contextos, la salud sexual apenas si se discute en el colegio.
Aún así, ignorar estos temas no hará que desaparezcan. La salud sexual y el placer que esta conlleva son parte de la naturaleza humana. Es por ello que antes de explicar de qué depende la salud sexual, es importante recordar que el sexo es un elemento necesario para mantener un adecuado balance de nuestro bienestar, tanto emocional como físico. Pero como todo en esta vida, requiere información y responsabilidad.
Al grano...
¿Qué es la salud sexual?
Primero lo primero. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS por sus siglas en inglés), la salud sexual es el término con que se define al bienestar físico, mental, y social en referencia a la sexualidad. Pero eso no es todo. Para considerar que una persona se encuentra sexualmente saludable, no basta con que sus órganos reproductivos estén sanos. Además, es necesario que él o ella lleven una vida sexual respetuosa, placentera, responsable y libre de violencia & discriminación.
Tomando en cuenta esta definición, tu salud sexual no siempre depende exclusivamente de ti. El respeto, el placer y la ausencia de discriminación durante el ejercicio de la sexualidad, son consideraciones que involucran también a tu compañero sexual y al contexto en que te desenvuelves sexualmente.
Reach out, es una organización sin fines de lucro Australiana que se dedica a aconsejar adolescentes y sus padres en temas que involucran la salud mental y sexual en los jóvenes. Su equipo de profesionales explica que cuando se trata de salud sexual (a cualquier edad), lo más importante es que la persona se sienta cómoda hablando sobre ese aspecto de su vida con su compañero sexual y con su médico. Pero, ¿qué significa hablar de salud sexual?
Si el interlocutor es un médico, hablar de salud sexual suele referirse a discutir los aspectos físicos del paciente. Esto puede ser, inquietudes, dudas o aclaraciones respecto a, por ejemplo, métodos anticonceptivos o enfermedades de transmisión sexual. Hablar de salud sexual con un compañero sexual es mucho más complicado. En este caso, se considera que se habla de salud sexual cuando:
- Se busca definir límites y preferencias en cuanto a prácticas sexuales y métodos anticonceptivos.
- Se discuten enfermedades de transmisión sexual actuales o pasadas de ambos, así como el tratamiento utilizado.
Por otro lado, hablar de salud sexual con un compañero sexual NO es:
- Interrogarle sobre sus experiencias sexuales previas y las personas a quienes éstas involucraron.
- Juzgar o cuestionar sus límites, deseos, fantasías y preferencias acerca de técnicas sexuales o métodos anticonceptivos.
Suena sencillo, ¿cierto? Pero...
¿Porqué deberías hablar de esto con tu compañero sexual?
Hablar de condones, penes y vaginas no es lo más cómodo del mundo. Pero tampoco tiene que ser horrible. Además, es necesario. Para comprender un poco más las intrincadas complicaciones de la conversación sexual entre seres humanos, el Dr. Sean Horan, profesor de la Universidad de Texas publicó en 2012 una investigación que explora la naturaleza de la comunicación romántica, afectiva y sexual en una muestra de adultos jóvenes mayores de 18 años (todos involucrados en una relación romántica y sexual de al menos tres meses).
En su mayoría, los participantes reportaron que mentían de manera habitual a su pareja para evitar comunicar críticas o sentimientos negativos. Algunos ejemplos de esta conducta resultan bastante inocentes. Por ejemplo, “le dije a mi novia que me gustaba mucho su nuevo color de cabello pero en realidad lo detesto”.
Otros escenarios, en contraste, pueden tener consecuencias emocionales devastadoras que erocionan el bienestar sexual del inviduo. Por ejemplo, aceptar tener relaciones sexuales con tu pareja cuando en realidad no lo deseas. Situaciones como esta no solo fracturan la honestidad (y por lo tanto la confianza) en que está basada la relación, sino que afectan directamente la salud sexual de quien se ve obligado a realizar algo en contra de sus deseos y preferencias.
Aún así, es posible que, aceptar sin pensar parezca la opción menos problemática. Sin embargo, de acuerdo con un estudio publicado en el 2015, por la revista científica iMedPub Journals, los impactos psicológicos de realizar prácticas sexuales no deseadas de manera recurrente son similares a los síntomas que presentan las víctimas de violación o agresión sexual.
Entre dichos efectos se encuentran la depresión, ansiedad, e ira. Pero también afecciones psicológicas más severas como el Síndrome de Estrés Post-traumático (PSTD por sus siglas en inglés) y otros síntomas de origen psicosomático. Encima de esto, el equipo de investigadoras de dicho estudio concluyó que los individous que tienden a aceptar realizar prácticas sexuales en contra de sus deseos, se encuentran más en riesgo de sufrir una agresión sexual más severa en el futuro.
Esto se debe a que la forma en que delimitamos la frontera entre lo que toleramos y lo que no dentro de nuestra vida sexual (en un ambiente seguro), afecta nuestro patrón de conducta y toma de decisiones en situaciones de riesgo. En este caso, las investigadoras compararon el tiempo de respuesta a una situación de posible agresión sexual entre los participantes que nunca han sufrido una agresión sexual antes y aquellos que sí.
Los resultados indican en primera instancia que los participantes que han sufrido una agresión sexual previa y aquellos que tienden a “decir que sí” (cuando realmente quisieran decir que "no"), es bastante similar entre sí. Al mismo tiempo, estos dos grupos son mucho más lentos al responder a una situación de una posible agresión sexual que aquellos que nunca an experimentado una y/o tienden a realizar sólo las prácticas sexuales con las cuales se sienten cómodos.
Investigaciones como estas nos ayudan a comprender los motivos por los cuales hablar de salud sexual es crucial. Sin embargo, siendo francos... hablar de sexo nunca será del todo sencillo. Si la relación es nueva, el miedo al prejuicio puede evitar que iniciemos la conversación. Y si la relación es más madura, el miedo al rechazo y a recibir o dar retroalimentación (sobre todo negativa) pueden intimidarnos tanto que decidamos no hablar al respecto. En cualquier caso, pedir perdón antes que pedir permiso no es una buena idea.
De acuerdo a la Asociación Americana de Educación Sexual, para tener una conversación exitosa sobre salud sexual, los tres ingredientes principales son la claridad, la privacidad y el respeto. En estas situaciones, eufemismos e indirectas son no son para nada recomendables.
Por ejemplo, en España, “una chaqueta” es una prenda invernal. Pero en ciertos países de América Latina, el mismo término se utiliza para referirse a la masturbación masculina. De tal forma que decir “quiero una chaqueta” es una afirmación riesgosa dependiendo del contexto. Así pues, hablar con franqueza es lo más aconsejable.
Para hacer este asunto un poco más sencillo, hay un par de consideraciones que pueden ayudar a iniciar esta conversación.
Deseos y peticiones: El que quiere azul celeste, que le cueste.
De acuerdo al Dr. Horan, el primer paso para una comunicación sexual efectiva, es lograr hablar de nuestros deseos y los de la otra persona de manera fluida y natural. Esto ayuda a crear un ambiente seguro y casual en donde la pareja pueda expresarse libremente. Hablar de fantasías, curiosidades y preferencias es mucho menos serio y directo que hablar de otros temas como enfermedades de transmisión sexual (ETS) o anticonceptivos. De tal manera que una vez que logramos romper el hielo y discutir lo casual, podemos pasar a otros aspectos más complicados y de mayor impacto.
Por supuesto que cuando se trata de descubrir territorio desconocido, el consentimiento es primorial. Sobra decir que nadie está obligado a nada. Mucho menos cuando se trata de sexo. Pero las negativas no son fáciles. Ni darlas ni recibirlas. Según la Dra. Elia Roca, psicóloga activa en el Hospital Clínico de Valencia, hacer peticiones es natural e importante porque no existe un sólo ser humano que no tenga deseos.
Por tal motivo, si quieres algo, pídelo sin sentir inseguridad al respecto y sin disculpas. Pero tampoco con agresiones ni tratando de manipular los sentimientos del otro para obtener lo que desas. A fin de cuentas, si una petición es rechazada, el rechazo no siempre se extiende a la persona que la ha expresado. A este respecto, es importante recordar que dentro de los “me gusta” y “no me gusta” de la sexualidad humana, hay un espectro bastante amplio que incluye un sin fin de opciones de las que quizá no hemos escuchado y por lo tanto, toma un poco más de tiempo decidir si nos atrevemos o no.
Para empezar, una vez que has decidido exactamente qué quieres probar con tu compañero sexual, es importante que pienses en los límites que deseas sean respetados si tu fantasía se llevase a cabo. En 2018, el Dr. Justin Lehmiller explica en su libro titulado “Dime lo que quieres”, que la fantasía más común entre hombres y mujeres heterosexuales de Estados Unidos es tener un trío. Para llegar a esta conclusión, el Dr. Lehmiller y su equipo de investigación entrevistaron a una muestra de más de 4 mil ciudadanos estadounidenses acerca de su vida sexual.
Si tomamos esta fantasía como ejemplo, los límites y consideraciones que la rodean podrían incluir: el género de la tercera persona, el rol que estás dispuesto a jugar y qué situaciones deberían ocurrir para que desees abortar la misión completamente. Al comunicar la idea a tu compañero sexual, es importante que le informes todos estos aspectos para que él o ella pueda pensar en sus propias condiciones. Este mismo proceso deberá seguirse con el otro integrante del trío. Una vez que todos se encuentran seguros de sus deseos y los límites de ellos, será más fácil encontrar un punto medio para que todos los involucrados se sientan seguros, respetados y cómodos.
Adicionalmente, el Dr. Lehmiller segura que la mejor forma de abrir la puerta a una conversación de este tipo es mediante estimulación adicional. Para este efecto, la pornografía ofrece no sólo inspiración sino una plataforma de referencia para situaciones específicas. Pero para reducir la incomodidad, es recomendable iniciar con parodias pornográficas que den un contexto humorístico a la conversación para lograr que el ambiente sea más libre y relajado.
De cualquier forma, resulta esencial respetar el espacio de la otra persona. Puede ser útil no tratar de iniciar la conversación en las siguientes situaciones:
- Antes o después de cualquier práctica sexual, ya que elimina la posibilidad de que tu compañero cuente con suficiente tiempo y privacidad para considerar sus propios deseos.
- Cuando tu compañero siente hambre o sueño. De hacerlo en este momento, estarías ignorando por completo las necesidades de tu compañero para resaltar las tuyas. Esto resultaría egoísta y podría ocasionar que él o ella no desee escucharte más.
Finalmente, según la Dra. Roca, una regla básica de la comunicación efectiva que debe aplicarse a la conversación sexual, es la técnica del yo. Es decir, hablar desde tus propias experiencias sin asumir o juzgar las de la otra persona. Por ejemplo: “Realmente me gusta lo que hicimos anoche y quisiera repetirlo; ¿tú qué piensas al respecto?”
Este tipo de preguntas abiertas le da espacio a la otra persona para ser honesta y considerar sus sentimientos. Lo ideal sería encontrar un punto medio.
Pero los puntos medios son también un asunto complicado. Por ejemplo, supongamos que tu vives en Nueva York y tu pareja vive en Madrid. Buscar un punto medio literal terminaría por ahogarlos a ambos, tanto en la realidad como en la metáfora. Si por buscar un punto medio geográfico deciden mudarse a la costa Portuguesa, es altamente probable que ambos terminen sacrificando su felicidad y sus necesidades persiguiendo un objetivo erróneo.
Una estrategia más acertiva, sería considerar lo que a cada uno le atrae de su lugar de residencia. Si vives en Nueva York, puede que desees un lugar con una gran vida nocturna y con una cantidad enorme de museos. Tu pareja, que vive en Madrid, puede que le agrade estar rodeado de gente abierta y desentendida, poseedora de una gran cultura gastronómica y un fuerte sentido de identidad. En este caso, Portugal podría no ser la solución. La respuesta puede ser algo más inesperado, como por ejemplo, la Ciudad de México. Esta es una locación con un gran sentido de identidad, habitada por seres de mente abierta que protegen ferozmente las raíces de su rica cultura gastronómica. Además, la Ciudad de México cuenta con bares y museos a cada esquina.
No obstante, dado que la vida no es siempre color de rosa, es posible que no haya punto medio. En ese caso, prepárate para dar y recibir negativas.
Cómo decir “no”: El método del sándwich
N-O. Son apenas dos letras y el mensaje es muy claro. Pero en la realidad, el rechazo sexual es un temor natural en todo ser humano. Es por ello que una negativa puede resultar complicada. Sin embargo, es posible navegarla sin destruir el barco.
A fin de cuentas, la conversación sexual es sólo una parte más de la comunicación humana como un todo. Por tal motivo, los aprendizajes obtenidos de cualquier otra área que requiera comunicación efectiva pueden resultarnos útiles cuando se trata de pensar en una estrategia para decir “no quiero sexo” y cualquiera de sus variaciones.
En el área de la comunicación coporativa es común utilizar el llamado “método del sándwich” para compartir retroalimentación negativa a los empleados. En esta técnica, las dos piezas de pan simulan retroalimentación positiva o halagos mientras que la carne y los vegetales representan la retroalimentación negativa o el rechazo que en realidad es la parte más importante de la conversación.
Una crítica dada con esta estrategia suena más o menos así: “Ana, me ha encantado la presentación que has dado por la mañana. Creo que ha creado una buena impresión en nuestro cliente. Aún así, me preocupa un poco que hayas prometido resultados que quizá no podemos cumplir. Fuera de este detalle, creo que tu presentación nos hace ver como un equipo fuerte y ambicioso”.
En este ejemplo, puede verse que la carne (o retroalimentación negativa) está delicadamente cubierta por dos piezas de pan (retroalimentación positiva). La razón de que esta técnica fuese tan popular hasta hace unos años, es que se creía que cuando se rechaza o critica a alguien, es posible que lo tomen de mejor manera cuando al mismo tiempo se mencionan aspectos positivos que balancean lo negativo.
Si aplicamos este método a la conversación sexual, el rechazo de una persona ante la iniciativa sexual de otra, podría ser: “Me encanta que me abraces así. Pero en este momento me siento algo agobiado. De cualquier forma, es muy dulce de tu parte”.
Es cierto que comunicar el rechazo de esta manera lo hace un poco más sencillo. Sobre todo para quien desea negarse. Pero segun un estudio publicado en la revista Harvard Bussiness Review, el método del sándwich podría estar haciendo más daño que bien. He aquí el porqué.
En primera instancia, los halagos (el pan) pierden su importancia: Cuando decimos algo lindo para cubrir una crítica, la retoalimentación positiva puede sentirse no genuina y más bien como una excusa traída a colación. Como resultado, la persona a quien rechazamos o criticamos puede perder algo de la confianza que nos tenía o pensar que simplemente “tratamos de ser amables” pero no sinceros.
Por otro lado, cuando criticamos a alguien de esta manera en realidad lo que hacemos es un monólogo. Siendo objetivos, es muy difícil responder al sándwich de manera coherente. Decir “gracias, pero no estoy de acuerdo, pero gracias” suena un poco confuso, ¿cierto? Además, no da mucho espacio para un punto medio o para una negociación.
Por si fuese poco, el dichoso bocadillo criticón impide que tu conmpañero te critique de vuelta. Esto ocurre porque el último comentario positivo cierra completamente la comunicación dado que no contiene un sólo indicio de pregunta abierta. Sin mencionar que puede incluso aumentar la ansiedad de tu compañero que seguramente cuando empiezas a hablar ya está esperando el “pero”.
Dicho esto, es más fácil decir que no con esas dos letras. Las explicaciones son siempre bienvenidas para no herir a la otra persona, puesto que minimizan la posibilidad de que el rechazo se tome de manera personal. Pero no son indispensables si no quieres darlas. Adicionalmente, si deseas que tu compañero sexual o tu pareja se sienta amado o valorado es conveniente ofrecer la posibilidad de intentarlo en otra ocasión. Lo importante, es que seas sumamente claro en lo que no quieres y que des un espacio a tu compañero para expresar cómo se siente sin que haya demasiada presión encima tuyo.
De acuerdo a Roger Schwarz, CEO de Schwarz & Asociados, la crítica es mejor darla como es. Sin adornos excesivos pero con mucho respeto. Utilizando el ejemplo anterior, en que el objetivo es rechazar la iniciativa sexual de tu compañero, el consejo de Schwarz y las recomendaciones previas pueden aplicarse de la siguiente manera: “No quiero continuar ahora. Estoy algo agobiado y sencillamente no me apetece, pero propongo que continuemos esto en cuanto haya terminado la semana; ¿qué opinas?”
Esta estrategia, a comparación del método del sándwich es mucho más clara y menos paternalista. Demuestra que consideras que tu compañero sexual es lo suficientemente maduro y seguro de sí mismo como para aceptar el rechazo sin tomarlo de forma personal. Al mismo tiempo, proyecta respeto por tus propios límites y los deseos del otro sin ser confuso o egoista.
Una vez que nos sentimos cómodos discutiendo nuestros deseos y preferencias acompañados de sus críticas y límites correspondientes, es importante recordar que existe una infinidad de temas adicionales referentes a la salud sexual que quizá debemos discutir con nuestro compañero. Sin embargo, dos de ellos no pueden ni deben evitarse: las enfermedades de transmisión sexual y los métodos anticonceptivos.
ETS: cuando el silencio puede resultar mortal
En términos generales, abunda la desinformación acerca de los riesgos, tratamientos y consecuencias de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Pero no podemos ignorarlas. De hacerlo, las consecuencias podrían ser en algunos casos, fatales.
El estigma y la inseguridad que rodea a las conversaciones de salud sexual se acentúa cuando el tema específico son las ETS que sufrimos actualmente o las que nuestro compañero podría estar sufriendo. En cualquiera de los dos casos, romper el estigma para hablar honestamente es primordial. Lo más responsable, es derribar los mitos que solemos considerar verdad respecto a las ETSs. Las enfermedades de transmisión sexual más comunes que deberías tener en cuenta son las siguientes:
- Virus del Papiloma Humano (VPH): La mayoría de las personas que se encuentran sexualmente activas llegan a padecerlo en algún momento de su vida. Suele ser asintomático, pero algunas variantes tienen al cáncer como consecuencia. Es por ello que quizá quieras considerar la vacuna.
- Clamidia: Esta es una infección bacteriana, así que su tratamiento con antibióticos es muy sencillo. Pero puede provocar una sensación de quemazón en la piel y fluidos anormales. A la menor molestia, visita siempre a tu médico.
- Gonorrea: En algunas ocasiones viene en un combo del 2x1 con la clamidia. Los varones casi siempre presentan síntomas, pero las chicas no. Es por ello que realizarte estudios antes de iniciar relaciones sexuales con una nueva pareja es lo más recomendable.
- Sífilis: Esta es una de las más complicadas. Se divide en tres etapas que inician con un pequeño enrojecimiento. Pero la tercera etapa podría durar tu vida entera.
- Herpes:Existen dos tipos de herpes. Ambos pueden ocasionarte pequeñas, incómodas y dolorosas ampollas en los genitales. Para adquirirla no hace falta más que contacto piel a piel, incluso en áreas que no están cubiertas por el condón.
- SIDA: Causada por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Se adquiere a través del contacto o intercambio de fluidos como descargas genitales, saliva y leche materna.
Si actualmente crees que padeces una ETS o has participado en prácticas sexuales de alto riesgo, antes de involucrate sexualmente con un nuevo compañero es importante que realices los estudios adecuados y se lo hagas saber. Si tu ofreces analizarte clínicamente primero, es mucho más fácil que él o ella lo haga también, para devolver el gesto de honestidad y posicionarse en el mismo nivel de apertura y vulnerabilidad en que te encuentras.
Si al recibir los resultados del laboratorio, descubres que padeces una ETS, lo recomendable es comunicarlo a tu compañero sexual lo antes posible. La mejor forma de hacerlo es dejando en claro primero lo mucho que él o ella te importa y que siempre harás todo en tu poder para asegurarte de que estén protegidos y a salvo. A continuación, la Asociación Americana de Salud Sexual recomienda que expreses con la mayor objetividad posible lo que te ocurre.
Al final, puedes continuar por explicar el tratamiento y las medidas necesarias para mantener a tu compañero saludable. Lo importante, es dejar un poco de espacio para que él o ella te haga las preguntas que considere convenientes una vez hayas concluido tu explicación. Lo ideal sería que ambos se realizaran análisis de laboratorio (no solamente tú) antes de involucrarse en una relación sexual.
Esto no siempre ocurre. Pero si has descubierto que padeces una ETS, vale la pena sugerir a tu compañero realice los estudios médicos pertinentes si es que ya han tenido relaciones sexuales para el punto en que te has enterado.
En contrapunto, cuando se trata de ETSs, hay un factor primordial que debe ser considerado: la prevención. En esta área, el condón es reconocido como el método anticonceptivo con mayor eficacia de protección en contra de Enfermedades de Transmisión Sexual. De acuerdo a la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), esto no quiere decir que el condón sea 100% efectivo, pero sí una herramienta altamente recomendable para involucrarte en relaciones sexuales de manera segura y responsable.
Si adicionalmente, es decisión tuya y de tu compañero sexual utilizar un método anticonceptivo adicional es importante realizar una cita con el médico y discutir las distintas posibilidades. Un aspecto importante de mantenerse sexualmente saludable, involucra mantener un dialogo abierto con el profesional de la salud.
Cuidar la salud sexual es una parte importante de la vida del ser humano. Esto involucra tomar en cuenta varios aspectos emocionales, físicos, sociales y psicológicos. La forma más sencilla de hacerlo es a través de la educación, la información y la prevención. Siguiendo este camino, es posible mantener una comunicación sexual abierta y honesta con nuestro médico y nuestro compañero sexual, de tal manera que podamos gozar de una vida sexual respetuosa, responsable y placentera.
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